10º Encuentro Usuarios Retroinformática (20/09/2025)
LUGAR
Centro Ciudadano Guajara
La Laguna
ENTRADA LIBRE
¡TE ESPERAMOS!
PROGRAMA
- 10:00h. Apertura.
- 12:00h. Talleres y exposiciones microordenadores clásicos.
- 14:00h. Descanso.
- 15:30h. Torneos de juegos Retro.
- 20:00h. Cierre.

CRÓNICA DE LA REUNIÓN
El pasado 20 de septiembre de 2025, el tiempo volvió a pararse en la isla. Mientras fuera el sol castigaba con un calor insoportable, dentro del Centro Ciudadano de Guajara se abría un portal que nos transportaba, no ya a una década concreta, sino a un mosaico de recuerdos compartidos. Allí, entre cables enrollados con mimo, disqueteras que volvieron a girar como si nunca hubieran dejado de hacerlo y televisores de tubo que encendieron su brillo anaranjado, se celebró el X Encuentro de RetroCanarias.
Han pasado ya diez reuniones desde que este ritual comenzara a repetirse (casi) mes a mes, (casi) siempre el tercer sábado de septiembre. Y cada vez, como si fuera la primera, los socios y simpatizantes llegan con la ilusión intacta: esa mezcla de nervios y complicidad que solo entiende quien alguna vez esperó a que un cassette cargara durante interminables minutos para escuchar, al fin, la música digitalizada de un juego.
El despliegue inicial: diez pantallas encendidas como hogueras
Nada más entrar en la sala, lo primero que impresionaba era la organización casi ceremonial de los equipos. Diez pantallas distribuidas en cuatro mesas formaban un mapa de memorias electrónicas. Allí convivían Amiga 500, Spectrum +2 y +3, Commodore 64, Amstrad CPC 6128, MSX 8020 y otros modelos que, cada uno a su manera, marcaron la infancia y la juventud de varias generaciones.
Los primeros en llegar fueron Namekop, DaRKND y Nivaria, como guardianes de la tradición. Encendieron sus máquinas, desplegaron cables, conectaron sus Gotek, y pronto los pitidos y menús familiares empezaron a llenar el aire. No tardaron en sumarse más socios, y poco a poco la sala se convirtió en una feria de sonidos: zumbidos de disqueteras, clics de teclados mecánicos, el chasquido de los joysticks.
En un rincón, Namekop, convertido en médico de guardia, atendía a varios Amiga que pedían a gritos revisión. Uno no reconocía la Gotek, otro mostraba pantallas de error caprichosas. Hubo algún susto de última hora, pero el veterano reparador devolvió la vida a más de una máquina. Verlo trabajar era un espectáculo en sí mismo: destornilladores alineados, paciencia infinita y esa habilidad de quien escucha las entrañas de un ordenador como si fueran un corazón.
El humor del Spectrum: elegir el peor juego
Entre reparaciones y saludos, se presentaron en sociedad las apuestas de dos miembros de RetroCanarias para participar en un torneo singular: el concurso de “Elige el peor juego de Spectrum”. En una época en la que la nostalgia suele teñirse de brillo dorado, no está de más recordar que no todo fue perfección. Algunos títulos eran tan extraños que hoy despiertan más sonrisas que frustraciones.
Uno de los participantes más comentados fue el aportado por NameKop, un juego ambientado en un aula: un profesor escribía en la pizarra mientras los alumnos, nombrados con letras de la A a la O, lanzaban borradores para interrumpirlo. El reto consistía en escribir con precisión y rapidez la tecla de la letra que correspondía a cada alumno. Los espectadores no podían evitar las carcajadas mientras los jugadores se enredaban en los controles. El premio moral fue para Nivaria, que alcanzó los 29 puntos y, con ello, se redimió de antiguas humillaciones jueguiles sufridas en competiciones previas.
Pero la diversión no terminó ahí. Ale presentó un juego propio inspirado en Tron, pensado para dos jugadores que competían por encerrarse con líneas de luz. El concepto, aunque sencillo, despertó una emoción genuina: era ver cómo el espíritu creativo de los ochenta todavía late en quienes hoy programan por puro placer.
Commodore 64: clásicos eternos y un televisor como reliquia
DaRKND se encargó de traer un arsenal de clásicos para el Commodore 64. Con su cassette, una Kung Fu Flash que le dejó NIvaria y una microSD de 16GB repleta de juegos, convirtió su rincón en una verbena digital. Por las pantallas desfiló el inevitable Donkey Kong, al que nadie puede resistirse. También se desempolvó el Grand Prix, con el que Miguel pasó buena parte de la tarde dando vueltas incansables al circuito, como si el tiempo no existiera.
La experiencia no hubiera sido la misma sin el televisor que lo acompañaba: un Sony Trinitron de 14 pulgadas, un auténtico tesoro en la era de las pantallas planas. La calidad de imagen recordaba por qué estos aparatos fueron tan codiciados. Comparables a los míticos monitores Commodore 1084, los Trinitron siguen demostrando que la tecnología de hace décadas tenía una calidez y una textura imposibles de reproducir en un LCD moderno. Ver los juegos en ese marco fue como mirarlos con los ojos de entonces.
Inventiva y bricolaje: fuentes de alimentación y cables mágicos
Si algo caracteriza a la informática retro es la creatividad para mantener vivas máquinas que ya no cuentan con repuestos oficiales. En esta ocasión, Namekopsorprendió con una fuente de alimentación casera para Spectrum +2 y +3. Compacta y ligera, era la antítesis de aquellos ladrillos pesados que traían los modelos originales. Su invento despertó la admiración general: era práctica, funcional y sobre todo hecha con el cariño de quien quiere alargar la vida de sus máquinas.
Por su parte, Miguel presentó una fuente alternativa para el Amstrad CPC 6128, capaz de alimentar tanto el ordenador como su disquetera interna, recordando que este modelo dependía en su día del monitor original para recibir energía. Como si no bastara, también trajo un cable de vídeo RGB con euroconector, adquirido en RetroCables.com, que necesitaba alimentación externa con una pila de 9V. Un detalle peculiar, pero imprescindible para obtener una imagen limpia y sin duplicados. Un ejemplo más de cómo la comunidad retro mantiene viva toda una industria de accesorios.
Amiga 500 y carcasas modernas
Al mismo tiempo, DaRKND exhibió dos Amiga 500 con flamantes carcasas modernas nacidas de un crowdfunding. Una blanca, otra negra con teclas a juego, ambas con un acabado impecable. Aquellos que crecieron con Amiga no podían evitar tocar el plástico brillante, como si acariciaran una versión rejuvenecida de un viejo amigo. La comunidad retro no solo restaura, también reinventa, y estas carcasas son prueba de ello.
El Amstrad CPC y la pedagogía del color
Uno de los momentos más entrañables del encuentro llegó con el Amstrad CPC 6128 de Miguel. Con su Gotek cargado de juegos y su deslumbrante paleta de colores, (sin duda la paleta más saturada de los 8 bits), el ordenador se convirtió en una herramienta pedagógica para los más jóvenes que asistieron. Mientras los niños probaban juegos y preguntaban con asombro, los mayores recordaban aquella mezcla de frustración y fascinación que suponía ver gráficos de 8 bits que parecían (por entonces) el colmo del realismo y también de dificultad, si bien los juegos de entonces eran condenadamente difíciles, más que los de ahora.
El CPC, con su carácter robusto y su teclado integrado, volvió a ser protagonista. Y aunque hoy lo vemos como una pieza de museo, su capacidad de seguir enseñando y divirtiendo demuestra que la retroinformática no es solo nostalgia: también es transmisión de cultura tecnológica.
El MSX 8020: una nueva adquisición compartida
Otro de los platos fuertes fue el MSX 8020 de primera generación, recién incorporado a la colección de la asociación gracias a Nivaria. Con su disquetera funcionando a la perfección y cargando juegos desde discos que parecían frágiles reliquias, el equipo se convirtió en el centro de atención durante largos ratos. DaRKND lo exprimió con entusiasmo, probando distintos programas mientras el resto disfrutaba de verlo en acción.
Conectado, cómo no, al Trinitron de 14 pulgadas, el MSX ofreció un rendimiento más que digno. Fue un recordatorio de cómo este estándar japonés, aunque no alcanzó el éxito masivo en Europa, sigue siendo uno de los sistemas más queridos y mejor conservados por los aficionados.
Refrescos, calor y la complicidad de siempre
Como en cada encuentro, no todo giró en torno a las máquinas. En las mesas se desplegaron refrescos, aperitivos y dulces que ayudaron a combatir el calor. Fue una tarde particularmente calurosa, pero un ventilador providencial de DaRKND alivió el ambiente (si bien es cierto que en muchas ocasiones lo orientaba hacia él :). Entre sorbo y sorbo, los asistentes compartieron anécdotas, compararon trucos de reparación, recordaron revistas desaparecidas y se rieron de los bugs y pantallazos que aparecían en los equipos más rebeldes.
La escena tenía algo de ritual comunitario: una familia improvisada que se reúne mes a mes para mantener viva una llama que podría haberse apagado hace décadas, pero que sigue ardiendo con más fuerza que nunca.
Epílogo: máquinas que siguen latiendo
Al caer la tarde, cuando las pantallas fueron apagándose una a una, quedó flotando en el aire esa mezcla de satisfacción y nostalgia que caracteriza a estos encuentros. No se trataba solo de jugar o de reparar, sino de reencontrarse con un pasado común que, gracias al esfuerzo colectivo, se convierte también en presente.
El X Encuentro Retro Canarias fue, en definitiva, mucho más que una reunión de ordenadores antiguos. Fue un recordatorio de que la tecnología, cuando se vive con pasión, trasciende su época. Las máquinas podrán ser obsoletas para el mercado, pero no para quienes aprendieron a soñar con ellas. En cada pitido de arranque, en cada línea de BASIC, en cada carga de cassette que se hacía eterna, está escrito un pedazo de la memoria personal y colectiva.
Quizá esa sea la verdadera magia de la retroinformática: que no es un simple hobby, sino una forma de regresar a la infancia, de redescubrir la paciencia, de sentir de nuevo que un grupo de píxeles puede contener todo un universo. Y mientras haya personas dispuestas a reunir sus máquinas y compartirlas, esa magia seguirá viva, brillando como fósforo verde en la oscuridad.
Así, entre risas, juegos y reparaciones, se cerró una tarde que quedará en la historia de la asociación. Pero no será la última. Porque ya se escuchan, en el horizonte, los ecos del próximo encuentro. Y todos sabemos que allí volverán a encenderse las pantallas, una a una, como pequeñas hogueras contra el olvido.
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